El 25 de mayo está a la vuelta de la esquina y, en nuestra provincia pasamos a la Fase 2. Comenzamos, de nuevo, otros 15 días en los que se nos examinará para ver si aprobamos y pasamos de curso. Hablamos de la Fase 3 que comenzará el próximo 5 de junio.
La Covid-19 ha supuesto un gran impacto en nuestras vidas, ya que hemos perdido la normalidad y todas nuestras rutinas se han visto trastocadas. Hablamos con el Psicólogo Sanitario y Forense, José Antonio Galiani, Director de Centro Psicosanitario Galiani, quien manifiesta que, ante esta circunstancia, la clave reside en que no la califiquemos como “amenazante”, lo cual hará posible una mejor adaptación a la misma, evitando que se traduzca en respuestas de ansiedad continuada.
¿Qué parte de la población cree que va a sufrir mayores consecuencias de todo esto?
El confinamiento ha dejado diversas consecuencias en las personas de avanzada edad. Primero, porque el aislamiento ha supuesto un cierto desarraigo socioafectivo de su familia, y, segundo, porque al estar encerrados carecen de estímulos socioambientales. Todo esto trae consigo una aceleración de su deterioro y un deterioro de sus capacidades cognitivas y de aprendizaje.
Y en los niños, ¿cómo cree que les afectará el confinamiento y la desescalada?
La afectación del período de confinamiento y la desescalada en nuestros hijos va a depender de la personalidad del menor. De ahí, que en menores que ya tuvieran, anteriormente problemas psicológicos o emocionales puede derivarse un cierto estrés temporal, lo que traerá consigo mayores consecuencias en el niño. Para paliar estos efectos es muy importante que el menor reciba protección emocional y seguridad por parte de su familia.
El problema viene cuando existe en discordia familiar, y los menores, no tienen un buen ambiente en su familia, lo cual ocasiona una mayor desestabilización emocional en el pequeño.
Si los niños observan que sus padres se muestran serenos y capaces de afrontar las dificultades, enfrentándose a ellas con inteligencia y optimismo, se adaptarán mejor a las distintas adversidades que todo esto pueda acarrearle.
Quizá las personas que más han sufrido el confinamiento y su desescalada han sido las que han perdido a un ser querido, ¿no es así?
Pues sí, ya que al limitarse tanto el aforo en el momento de la despedida, la persona que pierde al familiar carece del apoyo y el cariño de otros familiares y amigos que lo acompañan durante ese duelo tan necesario para encajar la pérdida. Incluso, ha habido situaciones donde no ha existido ni siquiera la posibilidad de acompañar ni despedir a nuestro ser querido, por lo que la gestión de la pérdida se complica enormemente, ya que al dolor de la muerte de su familiar se le suma el hecho de no tener la posibilidad de despedirnos como solemos hacerlo.
En esta primera conversación mantenida con el psicólogo, abordamos a los tres sectores de población que más sufren las consecuencias de esta crisis sanitaria. Es cierto que en batalla, todos perdemos. Sin embargo, José Antonio Galiani recomienda que hay que vivir la pérdida como parte de la vida y no como un sufrimiento permanente. Es inevitable sentir el vacío o el dolor por la pérdida, pero lo que sí podemos hacer es entender lo que nos pasa y permitirnos vivirlo.