La primera ponencia de su vida ha querido hacerla en su  Fundación. No suele conceder entrevistas ni hablar en público, pero considera que los becados del Programa Talento Andaluz se lo merecían.

José Luis López Fernández, empresario y presidente de la Fundación López Mariscal, asegura que la confianza y la paciencia son claves en el éxito empresarial. Un total de 14 jóvenes procedentes de toda nuestra comunidad autónoma viajaron hasta Ubrique, el pasado viernes, 19 de abril, para tener el primer encuentro del nuevo proyecto de la Fundación López Mariscal, anunciado bajo el título “De emprendedor a empresario”. Estas primeras ponencias forman parte del Programa Talento Andaluz, un programa de la Fundación que ha becado a un total de 21 personas con ideas empresariales relacionadas con la educación, el medio ambiente, la ayuda social o el arte y la cultura.
A este encuentro, en el que también participaron otros empresarios de la provincia de Cádiz, asistió un público muy variado. Además de los becados, estuvieron presentes alumnado de formación profesional y grados universitarios, profesorado de la Universidad de Cádiz y Sevilla, profesorado de institutos, empresarios e inversores de la comarca y representantes de la Fundación MOVEX, entre otros.
López Fernández inició su ponencia dando la enhorabuena a los 21 becados del programa de la Fundación, puesto que sus ideas empresariales habían sido seleccionadas de un total de 62 solicitudes procedentes de toda Andalucía. La primera recomendación es que confíen en sí mismos y que no dejen de insistir a la hora alcanzar una meta, porque deben confiar en su talento y en sus capacidades. De ahí que, como muestra, José Luis López haya querido contarles a todos sus inicios para poderles transmitir fuerzas y ánimos, tomando como ejemplo su trayectoria empresarial, haciendo un recorrido por sus fracasos, sus errores y sus éxitos. A lo que siempre le ha sumado sus muchas horas de trabajo, aprendizaje e ilusión por alcanzar una meta dentro del mundo empresarial. Reconociendo ante todos que no es fácil, que es un camino complejo y que se logra siendo paciente, constante y creyendo en el potencial de uno mismo, puesto que todo ese esfuerzo se tiene que ver en algún momento de la vida, recompensado.
“Mi vida es una historia, para mí, impensable. Procedo de una familia muy humilde que trabajaba de feria en ferias desde el mes de abril hasta octubre; tanto mis padres como mis cuatro hermanos y yo recorríamos, durante esos meses la geografía andaluza, para ganarnos la vida como feriantes y turroneros”. Se emociona cuando habla de sus padres, de cómo vivían los 7 en dos habitaciones de una casa de vecinos, con 6 familias más, en las que la humedad de sus paredes formaban parte de la decoración y las ratas deambulaban por los patios y calles. En ese ambiente, un vecino que se dedicaba a la contabilidad y que lo veía dormido en el portal de la calle, cerca de donde sus padres instalaban el puesto, le ofreció a sus progenitores que se pudiera quedar en su casa mientras el resto trabajaba y, en esos días el vecino, descubrió que tenía cierto talento para el estudio y las cuentas. Así que él les propuso a sus padres pagar a José Luis, durante un año, un internado en Ronda, cuando este contaba ya con 10 años. Asegura que ya entonces empezó a realizar sus primeros negocios vender trabajos manuales, vender el excedente de las ferias como avellanas y almendras, montar pequeños espectáculos de circo donde cobraba la entrada o dar clases particulares en verano a los vecinos de su pueblo natal.
“Con 10 años me crecí como persona. Empecé a tener confianza en mí mismo y mi ilusión era cambiar mi vida y la de mis padres. Aquel momento de necesidad me hizo pensar que podía conseguir cosas”, dice. Ya a los 12 años conoce a su mujer Carmen, y a pesar de las trabas familiares logra mantener una relación estable con ella hasta convertirla, con 19 años en su mujer. “Mi trayectoria profesional va ligada a personal y familiar, los estados emocionales son muy importantes para un empresario y con mi mujer y mis hijos he conseguido tener un equilibrio en mi vida para seguir disfrutando la tranquilidad de la vida del pueblo, que me hace no olvidar mis raíces, ni lo duro de mis comienzos. De lunes a jueves soy un empresario que vive en Madrid y desde el jueves por la noche al lunes por la mañana sigo siendo un vecino más de Ubrique”.
Cuando habla de su vida como empresario mira directamente a los ojos a los becados para transmitirles “lo tieso de dinero que andaba siempre, lo duro que fue decirle a su padre que no quería estudiar medicina cuando terminó en el internado y que lo que él quería era dedicarse a vender porque se había dado cuenta de que le caía bien a la gente”. Ese salto en su vida fue con 17 años y “de ahí salté, con un socio, a una compañía de asistencia en carretera desde Ubrique, con grúas… Ya con 21 llegué a los seguros y poco a poco, me gané la confianza de la gente de Ubrique y de los feriantes, a quienes también les vendía los seguros”. Pasaba muchas horas fuera de su casa, dedicado al trabajo y desatendiendo a sus hijos María y Pepe y a su mujer Carmen, a la que le pedía paciencia porque tanto esfuerzo se tendría que ver en algún momento recompensado.
El estar continuamente en la calle lo curtió en los tratos, en las ventas y en las necesidades de empresarios y vecinos de la localidad, que recurrían a él para alguna que otra compra o alquiler de locales. Pero, el punto de inflexión le vino a los 30, cuando ganó su primer millón y pico de pesetas, fruto de la comisión de un local, que le abrió los ojos y le hizo que supiera a qué quería dedicar definitivamente su vida laboral. Así que siguió trabajando en el sector inmobiliario y la primera oportunidad de oro le vino cuando “apareció Mercadona buscando suelo para instalarse” en Ubrique.
Actualmente, el tejido empresarial de José Luis López Fernández es amplio y diversificado, son muchos los emprendedores y empresarios que acuden a él para pedir consejo y eso le hace sentirse querido y respetado en el mundo empresarial. Asegura que en la vida y en su profesión hay que ser valientes y, a veces, incluso arriesgar, sin olvidar la gratitud y el saber gestionar una vida de éxito. La confianza en el mundo empresarial y la profesionalidad se construye poco a poco, a lo largo de un camino que no es fácil y sin perder la constancia. Estos son algunos de los consejos con los que cierra su ponencia ante un aforo, al que se le pasa la hora y media, en un santiamén.

Sin embargo, no quiere finalizar su ponencia sin antes recordar lo importante que es escuchar, “porque el que menos te lo espera te enseña algo o te trae un negocio con buena perspectiva”, algo que le lleva a tejer el entramado empresarial que posee actualmente. Además, finaliza reconociendo que “No le tengo miedo a tomar decisiones ni a equivocarme”. López Fernández afirma que quizá por eso está siempre en el punto de mira de muchas críticas, porque solo se critica a aquellos que hacen algo de forma general o a aquellos que toman decisiones que les afectan a los demás, pero él es así.

Esta personalidad además lo ha llevado a crear su Fundación López Mariscal, gracias a la que puede devolver a la sociedad parte de la riqueza que esta le ha generado en su vida profesional. Y en su afán de escuchar a aquel que le presenta un problema, una necesidad o a aquel que le presenta una nueva oportunidad empresarial, escucha a más de 100 personas al mes en la sede de su Fundación, en Ubrique.

Para muchos puede aparentar una vida de derroches y para otros, el encontrar una mano amiga que te ayuda ante un problema vital. De ahí que a raíz de estas premisas, contara la anécdota que le ocurrió hace poco en el AVE de Madrid a Sevilla, cuando una persona quiso tomarse un café con él para interesarse por su vida y le preguntó si no le tenía miedo a arruinarse con tanto dar. A lo que José Luis respondió que si eso le ocurriera sabe que más de 10 personas estarían dispuestas a pagarle un café y más de 20 estarían dispuestas a darle un plato de lentejas. “Hasta que pueda, apoyaré las iniciativas de las personas que me necesitan y si me quedo algún día sin dinero, no me arrepentiré, porque cuando soy generoso me siento feliz y, hoy en día, eso me compensa a nivel personal”. Sé que, mostrando mi verdadera personalidad y mi filosofía de vida, me convierto en un referente cuyos pasos intento inculcar a que los continúe mi estirpe familiar.

El testimonio de José Luis López Fernández no fue el único que se pudo escuchar en este encuentro, ya que la empresaria Ana Belén Morillo, directora de la Pasarela Flamenca Jerez, explicó cómo poder reinventarse en épocas difíciles y críticas, en un sector de la moda que se ha visto muy perjudicado por la pandemia y sus consecuencias. Y aun así, este año, se ha convertido en una pasarela por la que han desfilado más de 14.000 personas. Eduardo Peña, directivo de González Byass quiso que el aforo entendiera la dificultad que tiene emprender con una bodega de más de 200 años de historia, donde el núcleo duro de la población que consume sus productos es muy reducido y donde se prima más la estética y vida saludable que el consumo de alcohol. Mediante la creación de un nuevo vino espumoso, se han convertido en una de las bodegas que más vino vendió en la pandemia y en un icono de la feria. Por su parte, Lucía del Castillo, CEO fundadora de la agencia L3G Marketing, hace hincapié en la importancia de la visibilidad de los negocios en el contexto digital y María Silveria, cofundadora de Ayuda T Pymes, aconseja que hay que reinventarse en momentos de crisis y aprovechar las etapas difíciles para sobrevivir y con ello innovar, como ya hicieron ellos hace 15 años con un negocio de asesoría fiscal, laboral contable online. Por supuesto, también se contó con el asesoramiento de EpicGroup Lab, empresa en la que la Fundación confía para la formación de 10 meses de cada uno de los becados del Programa Talento Andaluz.