Hola soy Virginia y os contaré las experiencias del sábado. Comenzamos por fin un poco más tarde de lo habitual por el lujo de ser sábado, y como nos encanta empezar bien la mañana perdimos el primer tren del día. Por suerte el siguiente pasaba solamente veinte minutos después así que rápidamente retomamos las actividades que nos deparaban. 

Después del primer transporte nos encontramos con Sara, nuestra monitora que nos acompañó en la siguiente hora larga de viaje hasta Windsor. En la aventura de hoy nos acompañaría un nuevo fichaje llamada Cristina, una amiga de Sara muy simpática. Las cinco no dirigimos al castillo de Windsor cuyo tamaño era imponente. Tras una larga cola tuvimos el honor de ver los interiores de este y contemplar el castillo de muñecas de Windsor. 
Al salir del castillo nos encontramos con la grandísima suerte de ser testigos de un cambio de guardia real, con la organización y las jerarquías que esta conlleva. Fue todo un espectáculo. Ya nos acercamos a la hora de comer, así que nos dirigimos a un restaurante griego del que contábamos previamente con reserva gracias a Sara. Todas disfrutamos de una deliciosa comida allí y nos dirigimos a investigar los alrededores del pueblo. 
Vimos muchas tiendas y conocimos a varias personas muy amables de la zona, algunas de ellas incluso nos dejaron acariciar sus mascotas, entre ellas destaco a Benjamín, un perrito muy mono. Además, tuvimos una bella oportunidad de practicar nuestro inglés, aunque algunos de los residentes notaron nuestro acento, lo que nos dirigió hacía numerosas ocasiones a hablar de la final de España contra Inglaterra.  
 Después del agotador día en el pueblo de Windsor aún nos deparaba una larga travesía, pues nos quedaba el camino de vuelta a Londres, que no era precisamente corto. Sin embargo, como cada día llegamos a la casa donde nos esperaba una deliciosa cena de parte de Sandr , y así un día más en Londres (o Windsor) finaliza.
Virginia