Al despertarnos nos dirigimos mediante varias paradas de metro a la estación de tren donde nos encontraríamos con Claudia, una amiga nuestra, y Carolina, nuestra monitora del día, luego, todas juntas esperamos y tomamos el tren, que estaba bastante lleno en ese momento.
Tras muchas paradas, llegamos a la parada de Brighton, y desde ahí fuimos a pie a la playa. Era una playa de rocas, cuya piedra media era del tamaño de pelotas de goma, y era tan difícil caminar por ahí como suena, sin embargo con las chanclas se facilitaba la labor, aunque no todas llevábamos. El clima era agradable, y aunque no nos bañamos si bajamos a mojarnos los pies.
Al hacerse medio día, Carolina, Claudia, Nerea y Luna fueron a buscar comida mientras yo me quedaba guardando el sitio, y poco después almorzamos. No pasó mucho tiempo después de eso cuando ya tuvimos que recoger y emprender la marcha de vuelta hacia Londres, tomando la misma ruta que de ida, esta vez el tren iba más vacío.
Finalmente, nos despedimos de Claudia y Carolina, pues sería la última vez que las veríamos y nos dirigimos a casa. Al llegar descansamos un poco y comenzamos a hacer las maletas para tenerlas listas para el día de regreso.
Virginia