Amanece otra veraniega mañana en Broadstairs, mi compañera Natalia y yo salimos del número 12 de la Stone Road rumbo a tres horas de clase en la internacional academia Kent. Nos movemos entre casitas de lo más pintorescas, gaviotas con muy mal sentido del humor y puestos de fish&ships.

Después de nuestra mañana de gramática inglesa acompañados de chicos de todos los rincones de Europa, nos dirigimos a buscar un barecito decente donde gastar nuestros “vouchers”. Personalmente y aunque no tenía muchas esperanzas, le di una oportunidad a un restaurante vegano donde me pusieron un sandwich de mantequilla de cacahuete: no erraba en mis sospechas, debía haber comprado una pizza ja ja ja.

La actividad de la tarde ha consistido en un largo paseo hasta una de las playas más singulares que he visitado. Mientras muchos compañeros jugaban al volleyball y los más valientes se adentraban en el agua, otros nos limitamos a tomar el sol británico con molinos de viento franceses de fondo.

Sobre las siete de la tarde tomamos un autobús que nos dejó en una discoteca tipo cabaret de los años 20, con sillones de terciopelo rojo y mesas bajas color caoba. Sudandito salimos de la sesión de música electrónica y latina entre polacos, alemanes, argentinos y belgas. Me despido desde mi habitación de moqueta turquesa, deseando comenzar mañana una nueva aventura.

María C. Fatou from Broadstairs 04/07/2019